Queridos hermanos en misión:
En este 2011 caminamos en el umbral del tiempo hacia la reconexión definitiva con el real tiempo del Universo. Reconexión que hemos venido gestando en todas las tareas misionales cumplidas a lo largo y ancho de nuestro planeta, activando, aperturando y conectando lugares para que fluya la luz y el conocimiento a toda la humanidad.
En estas distintas expediciones de los caminantes de la luz, hemos aprendido la real razón de llegar a base del sacrificio y del desprendimiento a lugares nunca imaginados, y a donde sólo se puede llegar si estamos dispuestos a entregar sin esperar nada.
Hemos aprendido grandes lecciones que nos llevaron a reconocer nuestros errores, pero también nuestros aciertos, y aún vamos en el camino para llegar a ser mejores.
En todo este tiempo, aprendimos de nuestros guías y maestros de la Hermandad Blanca, y también de nuestros hermanos guías de tierra, de aquellos que van un paso adelante en la Misión Rahma. De todos ellos hemos aprendido mucho.
Nuestra Misión Rahma nos ha enseñado que un verdadero misionero no cuestiona, no critica y no juzga, sino que orienta y aconseja con amor. Porque cuando se cuestiona, se critica y se juzga, entonces ¿dónde queda el amor y la compasión, el respeto y la tolerancia hacia los demás?
Nuestra Misión Rahma nos ha enseñado que todos somos necesarios e importantes en el engranaje cósmico, y que mediante el esfuerzo de todas la misiones espirituales que existen y que orientan una labor de Luz y de Amor, es que por fin estamos logrando la reconexión esperada, y que ahora estamos a las puertas de los grandes acontecimientos planetarios. Pero también de aquellos acontecimientos que se están operando en nuestro interior.
Me atrevo a decir que se está cumpliendo aquello que nos dijeran nuestros guías en los inicios de nuestra Misión Rahma: “En los momentos finales se darán cuenta que el verdadero contacto no era con nosotros, sino con ustedes mismos.” Y digo esto, porque a los retiros interiores no sólo hemos llegado para recibir la información que nos liberará del error, sino que hemos llegado a recibir las grandes revelaciones que nos acercan hacia nosotros mismo y hacia los demás. Y allí nos damos cuenta que en verdad no existen fronteras ni diferencias entre hermanos, que lo que nos debe de identificar a todos es la labor que realizamos en los distintos lugares de la Tierra. Nos damos cuenta que las etiquetas no existen, porque los nombres los llevamos en nuestros corazones, porque son nuestros actos y el ejemplo los que enseñan y que hablan por si mismos.
Al corazón de las montañas, de las cavernas, valles y desiertos hemos llegado en nombre de todos, en nombre de los católicos, evangélicos, testigos de Jehová, mormones, musulmanes, judíos, etc., etc., a pedir perdón por nuestros abusos y errores en la destrucción de la Madre Naturaleza y también hacia los demás. Hemos llegado a regar con nuestras lágrimas esas tierras que un día entraron en un sueño profundo para despertar nuevamente cuando los tiempos se cumplieran, cuando los caminantes del tiempo y danzantes del Sol llegaran de nuevo a recorrer los caminos antiguos, cerrados sólo para aquellos que están llenos de ambición y soberbia.
Los esfuerzos han sido sobre-humanos, en donde hombres y mujeres han dado los mejor de si, recorriendo el camino y escalando la montaña espiritual, tratando de llegar a la cima para alcanzar al nuevo hombre, a la nueva mujer, al real ser que espera por nosotros después de agotadores esfuerzos que nos fueran purificando y forjando el cristal de amor que yace en nuestros corazones.
La real unidad está en el respeto y en la enseñanza que recibimos de cada hermano que va recorriendo el camino, en el trabajo individual y en conjunto, y en el apoyo hacia los demás.
La real unidad tiene su base en cada palabra e intensiones de amor cristalizadas en el respeto, la humildad y en el cuidar de no herir a los demás con lo que vamos a decir. Debemos siempre recordar que todos somos seres encaminados a la evolución espiritual; seres potencialmente de Luz y de Amor.
En realidad no existen diferencias entre nosotros y aquellos hermanos que vemos en nuestro entorno. La única diferencia que existe es que vamos en distintos niveles de evolución, pero todos algún día vamos a llegar a estar juntos de nuevo, porque todos somos seres potencialmente espirituales. Somos Luz, somos Amor y Esencia Divina; por lo tanto: Todos Somos Uno. El error de uno, es el error de todos; los aciertos de uno, son los aciertos de todos. No podemos actuar separados uno del otro.
Para finalizar, mis queridos hermanos, les quiero decir que soy un ser que va en el camino del aprendizaje, que quizás he cometido muchos errores que ahora he aprendido a reconocer. Soy un ser que ha venido a este mundo para aprender a reconocerme y a encontrarme, para después poder reconocer y encontrar a mis demás hermanos y hermanas, para después orientar y aconsejar.
Les quiero pedir perdón a aquellos que pude herir con mis palabras, gestos y acciones. En verdad les digo de todo corazón, que no fueron esas mis intenciones.
He venido a poner mi granito de arena a este inmenso desierto cósmico llamado Universo.
Que la luz brille en vuestros corazones y que la paz reine por siempre en vuestros hogares.
Amor y Luz.
Eduardo
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